martes, 20 de noviembre de 2007

EPIDEMIOLOGÍA


La triquinosis es una infección parasitaria que se transmite por carnivorismo entre animales do­mésticos (ciclo de transmisión doméstico o sinantrópico) y en algunas regiones del mundo, entre animales silvestres (ciclo de transmisión silvestre). El hombre se infecta, casi exclusivamente, al comer carne cruda o mal cocida de cerdo, con quistes lar­vales de Trichinella. En raras ocasiones, suele in­fectarse por la ingestión de carnes infectadas de otros animales, como el jabalí, el oso, la foca, la morsa, etcétera.


Ciclo doméstico: El cerdo adquiere la infec­ción, principalmente, por la ingestión de ratas in­fectadas, lo que es posible cuando es criado en malas condiciones higiénicas o, simplemente, cuando debe buscar su propia fuente de alimentación en sitios eriazos o basurales; además, el cerdo se infecta con carnes de otros animales que encuentra en los cria­deros o en los basurales. Las ratas, debido princi­palmente a sus hábitos de canibalismo, mantienen y propagan la infección en la naturaleza.
La viabilidad de las larvas de T. spiralis no es afectada por el ahumado o la salazón de las carnes. En cambio, se destruyen por la congelación a -15°C, durante veinte días, o a -30"C, durante veinticuatro lloras. Sólo en, algunos países latinoamericanos la infección tiene importancia clínica y epidemioló­gica.


En los países del cono sur -Argentina, Chile y Uruguay-, en México y en las islas Bahamas, la triquinosis es endémica y evoluciona con brotes epidémicos esporádicos. En México, estudios sis­temáticos en autopsias han demostrado la existencia del parásito entre 4 y 15%; pero, desde el punto de vista clínico, la mayoría de los casos se presenta con sintomatología atenuada o son subclínicos, y algo similar ocurre en Las Bahamas. En Uruguay la triquinosis es endémica y estudios necrópsicos han demostrado en el 3%, pero también la mayoría de las infecciones son subclínicas. En Argentina ocu­rre algo similar, pero no es raro que se denuncien brotes epidémicos esporádicos, En Chile la situa­ción es parecida: se presenta como una endemia con aumento de los casos en la estación fría, época en que se incrementa el consumo de carnes de cerdo y son frecuentes los brotes epidémicos. En estu­dios necrópsicos, se ha encontrado T. spíralis en­tre el 13 (1944) y el 2% (1969). En el resto de Latinoamérica, aun cuando se han efectuado estu­dios sistemáticos, la triquinosis no se ha descrito o suelen presentarse algunos casos autóctonos espo­rádicos. Aparentemente, en Argentina y Chile se observa el mayor número de triquinosis clínica y subclínica. Esta circunstancia puede deberse al mayor estudio sistemático de la infección empren­dido en estos países desde hace muchos años.
En algunas regiones latinoamericanas, en las cuales la triquinosis es endémica, la infección del cerdo es más bien baja y varía entre el 0,14 y el 0,33%. En Chile se ha encontrado el 0,2% en 1975. Sin embargo, la investigación de los porcinos con resultados negativos no indica, necesariamente, que no exista triquinosis en determinadas regiones; por el contrario, cualquier resultado positivo, aunque sea en un número bajo de animales, implica siem­pre una situación de endemia o de enzootia.


En las ratas la infección se mantiene, como ya hemos dicho, por sus hábitos de canibalismo; es normal que la infección de las ratas que habitan en el interior o en los alrededores de los mataderos o de los basurales, sea varias veces superior al de aquellas que lo hacen en otras áreas de una ciudad. Los perros y los gatos también pueden ser hos­pederos de T. spiralis; encuestas en perros han de­mostrado un cuadro similar al observado en las ratas: una prevalencia muy superior de la infección en aquellos animales examinados en las cercanías de los mataderos, en relación con los de otras zonas de la ciudad. Los cadáveres de perros y de gatos infectados y abandonados en los basurales son otra fuente de infección para las ratas y los cerdos.
La infección de los carnívoros silvestres, de di­versos roedores, de zorros, etc., no alcanza cifras de importancia, aunque esa puede ser una fuente po­tencial para la infección de las ratas sinantrópicas. En Latinoamérica no se han descrito casos de tri­quinosis humana de otro origen que el del cerdo doméstico.
Una situación aparentemente paradojal se pro­dujo a raíz de la comunicación de dos brotes epidé­micos de triquinosis ocurridos en Francia e Italia en 1975 y en París en 1985, cuyo origen fue debido al consumo de carne importada de caballo, el cual, como se sabe, es herbívoro. A raíz del primer brote epidémico, se comprobó experimentalmente, que este animal se puede infectar cuando a su forraje se adiciona carne infectada con quistes de T. spiralis. En la naturaleza, es posible incriminar al caballo como otro hospedero de la triquinosis, pero como un hecho excepcional.
Los casos más graves de triquinosis se observan, con mayor frecuencia, en las zonas rurales.
En las ciudades, el riesgo de infección y su in­tensidad disminuyen debido al control médico-veterinario en los mataderos, al alto grado de industria­lización de la carne y al hecho de que en la fabrica­ción de cecinas se produce una mezcla de carnes sanas y contaminadas, lo que trae como consecuen­cia una dilución del material infectante. Las condi­ciones son, en cambio, diametralmente opuestas en el campo. Allí, con frecuencia, la matanza de un cerdo sirve para la alimentación de la familia y, por ello, la infección adquiere caracteres de pequeñas epidemias que afectan a todo un grupo familiar y a sus relaciones. En ocasiones, el envío de carnes o cecinas de cerdo, desde el campo a las ciudades, origina brotes epidémicos.


Ciclo silvestre: La infección ocurre entre carní­voros que se alimentan de presas vivas o de cadáve­res de animales, cuyas carnes están infectadas con larvas de Trichinella. En este ciclo, el hombre aparece involucrado como un hospedero accidental y se la ha descrito en zonas geográficas tórridas o muy frías.
En África tropical se ha pesquisado la Trichi­nella nelsoni en los grandes carnívoros. Especial importancia tiene la hiena, la cual disemina la in­fección gracias a sus hábitos carroñeros. El hom­bre se infecta con T. nelsoni principalmente por ingestión de cerdos salvajes. En Kenya se han pro­ducido epidemias que han afectado a muchos indi­viduos, la mayoría con sintomatología benigna.
En el Ártico se ha encontrado la Trichinella nativa en lobos, osos, morsas y focas. Es una espe­cie adaptada a esos lugares gracias a su resistencia a la congelación. También se han descrito epide­mias en poblaciones humanas que viven en esas latitudes, las cuales se infectan por comer carnes de osos o morsas, y cuyo cuadro clínico se caracteriza por diarreas prolongadas y rebeldes.

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